



La pauta religiosa medieval. propugnaba la humillación corporal, como método para menospreciar el cuerpo y ensalzar el alma para acercarse a Dios, el flagelo, se consideró una práctica subliminal.
En cuanto la perspectiva eclesiástica cambió (a base de excesos de celo), la flagelación se transformó en vicio.
A sí, entre la perversión y la virtud tan sólo existe la paciencia para ver llegar los cambios.
Los mundos paralelos, contraviniendo la geometría, acaban por encontrarse...y la perversión pasa de goce del mal a pasión por el bien sin dejar de ser, al fin y al cabo, una representación del desarraigo humano respecto a su autentica naturaleza.
Jean-Marie Durand,







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